viernes, 23 de marzo de 2018

No voy a regalarte
mi anillo porque quieras
quedarte con algo que te parezca fácil
porque mi anillo vale tanto más que tu asombro
que tu fe que tu rostro
que el cariño que inventes
que tu sombra en mi hombro.
No entenderías su brillo.
Te aburriría su ánimo
de cinturón de aire.
Lo perderías acaso
y todo eso no podría perdonarte.
Es cierto que no es oro
y que los morenos inmigrantes
los venden de a montones por las calles
y que no fue ganado
porque se lo robé a uno de mis hermanos.
No voy a darte nada de este anillo,
soy su guardián apenas
su testigo.
Me pertenece solo esta vigilia.
Y tiene más valor que tu palabra
su poesía de ausencia contenida
en el hilo sin fin de la apatía.
Mi anillo es un asceta que repite
su letanía su flor en el desierto
justifica mi amor a su hidalguía.

¿Te conmueve su aspecto de quijote?
¿O su silencio te ha parecido bello? 
O quisiste en la mano sostenerlo 
para robar su corazón arcano
donde ha escondido la palabra extraña 
que pudiera explicarnos su secreto. 


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