Hoy las musas no hablan. Se han quedado dormidas
o se han muerto de viejas.
La edad aquella pura que cantaba el poeta
se terminó hace mucho.
Apolo entró en el viento
y todavía no ha vuelto.
Es más duro este tiempo,
más que escribir uno piensa
como será el futuro de los poetas.
Las musas extintas, los caballos domésticos,
y el horizonte ardiendo.
¿Que escribirá un poeta dentro de tres milenios?
Escribirá, acaso, que ha renovado el viento
su incomprensible idioma de susurros,
que ya no se escuchan los gorriones gritando
dentro del perezoso atardecer del tiempo.