Al pie del edificio alguien ha olvidado
un fresno chiquitito y dormido.
un fresno chiquitito y dormido.
Está dormido, el frío
le acaricia las ramas
que son apenas palitos
promesas de otro año.
Quiero llevarlo al campo,
donde las cosas verdes
perduran todavía,
y dejarlo en la tierra.
Que septiembre despierte
su infantil desamparo
con un millón de hojas
y un puñado de barro.
Que no tenga una herida,
lisa piel, verde ramo.
Que los pájaros amen
dormir en su verano.
Y después, cada cosa suceda
inexorable, el tiempo construido
de sus ramas y y el viento.
Que la muerte lo encuentre rodeado de simiente.