domingo, 21 de junio de 2020

Hoy, que empiezo a quererte,
me encontré sonriendo
de un recuerdo que, dulce,
flotaba en la ventana.

A veces me sucede:
me detengo y encuentro
que el otoño y el gato
conversan con la tarde;
afuera nada ocurre, solo la calle
es un largo camino hacia ninguna parte.

Pero es solo un instante.
La luz, antes de irse,
te dibuja en la sombra,
y tus ojos oscuros
y tu boca en silencio.

Solo, por tres minutos,
me detengo en el patio
y hasta el gato presiente
que ha llegado tu ausencia.


viernes, 19 de junio de 2020

La muerte de mi abuela se construyó
dolor con dolor y la muerte sentada en una almohada
tejiendo distraída cada hora.
Alrededor las hijas inventaron distracciones absurdas,
se afilaron las uñas, se llevaron recuerdos sin manijas,
la vigilaron muda y fría en el sueño,
la llamaron de nuevo con ternura
y la odiaron de a ratos como a un niño
que se empeña en joder y andarse inquieto.

Estaba sola tendida entre el ruido de las cosas,
un clavel que cayó de la maceta;
solo habló con esfuerzo, respiraba
un alfiler a cada bocanada
y la muerte tejía y la miraba.

Fue la muerte en espíritu quien le apartó las sábanas,
le acomodó la almohada y los cabellos,
se dejó en el borde de la cama
nurmurando sus cuentas conclusivas.
Se espantó de su ánimo desnudo
y la dejó tendida en la agonía.

Aquella fue una muerte interminable
que atravesó todo a su paso,
se miró en los espejos, revisó los cajones,
fue desordenando los adornos
olvidada de todos los dolores.
Aquella muerte no cumplió su oficio.


Muere una tarde, se mueren las hormigas,
una columna muere y se desmiga,
muere una hoja que alguna vez fue brote,
muere la tierra y se mueren las flores.
Morir es algo que sucede siempre,
en todos los rincones de la vida;
algunas muertes, acaso uno supone,
debieran de llegar por la ventana
soplando suavemente las cortinas.


miércoles, 10 de junio de 2020

Ahora que todo parece tan desordenado
uno se siento un poco hecho gusano
y bajo el rumor de la tierra elabora
un camino delgado y penumbroso.

Fuera del planeta los extraterrestres,
con las manos azules y tres ojos
construyeron una antena durante 6 generaciones
y la séptima aprendió a usarla.
No se sabe como ni cuando
la apuntaron hacia el vacío
y escucharon al fin el grito que venía
corriendo como perro lastimado
bajo el color inmóvil de la noche.

¡Qué de crujidos! De explosiones, de arrullos,
una agonía saltó y se arrastraba
sobre la arena roja,
espantados, nadie sabía como se apagaba
ese reguero mecánico.

Sobre su lado, con la boca ardiendo,
como un montón de huesos calcinados
y los azules espantados giraban.

¿Que extrañas criaturas son aquellas?
¿Dónde estaba la estrella que gritaba?
Ahora azules discuten.
La máquina yace, muerta y sin corazón
al mirarla aún grita.


sábado, 6 de junio de 2020

Hoy quisiera cerrar la casa toda,
(que no es mucha casa pero queda),
dejando al gato ensimismado
en su sueño y su humor de lagartija,
abrir portón y calle,
y en la vereda, bajo el árbol desnudo
hacerme viento, desperdigarme en hojas,
llevarme sobre el río y la tarde,
anochecer flotando en tu ventana.

Que el ansia de tu amor me arme de nuevo,
que ni la lluvia pueda detenerme,
que al tomar forma en tu penumbra
lleve conmigo el rumor de esta distancia
y nunca más estemos separados.


Es un día de frío.  Lo sé porque es el viento  y el cariño del gato  las cosas que lo anuncian. Renovado y discreto este primer día  del oto...