Cinco caballos alazanes corriendo en la avenida,
y detras siete muchachitos, niños y delgados.
Eso éramos. El mundo es un grueso caballejo
que a si mismo se pace y en sí mismo se acuesta
y con los ojos idos nos contempla corriendo
en sus caminos cinco caballos nuevos y siete niños frescos.
Eso éramos. Teníamos piel sobre los hombros
y sus huesos en las manos y en el cuello.
Y detrás de ellos corrimos dando voces y sueños
los oscuros caballos y sus oscuros dueños.
lunes, 12 de marzo de 2018
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