El viento pasa solo, abandonado.
Y todas las canciones se callaron,
todas las penas se apagaron.
Que dulce soledad es esta pena
de no tener prendida ni una vela.
La Luna se ha dormido sin nosotros.
Se le olvidó prendernos su candela.
Soy como los vampiros que huyen cuando el día
amenaza los bordes de la noche dormida
y se encierran en ataúdes cómodos
a soñar con la belleza de la bruma.
martes, 27 de marzo de 2018
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