Perdonen, no lo puedo remediar,
mi corazón se transformó en espuma.
Y cada caballito con su arnés,
cubierto de miseria y soledad,
me apunta una burbuja más
en la lista de debes de esta ciudad.
Perdonen, soy la lluvia
que lava los resquicios de la bruma.
Y en el invierno este que pasó
me duele el corazón por tantas cosas.
Hay niños que mueren sin llorar,
que no saben que mueren.
Hay arboles que crujen y se quiebran.
Hay veredas que huyen y se entierran.
Va pareciendo que
lo bueno en la ciudad
se va muriendo.
Se cubre de ceniza,
se hace polvo.
sábado, 2 de agosto de 2014
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