Mi reloj tiene en él cuarenta siglos.
Tiene abuelos engastados en joyas
y ancestros de agua y de madera.
Mi reloj tiene siglos desenrollándose desde sus interiores
tan milimétricamente calculados
que es un milagro esta cajita absurda,
dándome ordenes agudas.
Ay, mi reloj minúsculo.
El dice que el tiempo nunca se detiene
y repite incansable su discurso.
El tiempo para el es una hormiga con patas de metal,
una cinta con coros de chillidos,
una serpiente que nunca se termina.
Este reloj se burla de los griegos.
Las barbas que creían en un tiempo de retornos.
Este reloj de aquí, irreverente y plástico,
los niega con toda la soltura que su esencia encierra.
El dice que el tiempo es una caracola,
una fila de indios, una escalera al cielo.
El tiempo, dice mi reloj, es una linea sola
que, apática, transcurre y nos ignora.
martes, 5 de agosto de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Es un día de frío. Lo sé porque es el viento y el cariño del gato las cosas que lo anuncian. Renovado y discreto este primer día del oto...
-
Petunia se descubre desde la ausencia y la rutina. Sus grandes ojos claros se entienden cuando dice que nos desprecia a todos y que quiere...
-
Es hermosa la lluvia. Si tenemos el techo que le de disciplina. Y es hermoso el sonido del metal y del agua, y la noche que brilla despu...
-
"El 8 de julio de 2011 Ezequiel Agrest, de 26 años, fue asesinado durante un asalto en el barrio de Caballito a la luz del día. En pl...
No hay comentarios:
Publicar un comentario