Después de un año entero de estar triste
vas buscando en los bares desengaños
y en Internet buscas el daño
que te aflige en la mano de un extraño.
Y aunque te pese el cuerpo das la mano,
perdiendo trozos del espíritu cobarde
que te acorrala en las esquinas de los baños
y te moja la cara en la mentira
de parecer mojado y estar llorando.
Mejor no me busquéis, que vuelvo tarde.
Mejor no me busquéis. Ya no hace falta.
He muerto tarde, anoche, en Antioquía.
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