Acabo de gastar otra noche
inconsecuentemente y para nada.
Los gorriones se llaman, descarados,
y el sol es un amago de distancia.
Son las siete de la mañana
y en esta soledad cuadrangular
donde mi habitación se despereza
soy el espíritu total
y veo las costas lejanas como vagos reflejos.
Veo los hombres, convencidos de la sangre,
y los rostros quebrados de los antiguos dioses.
Estoy sobre la tierra quemada por la guerra
y vuelo más allá, entre los muertos,
hasta alcanzar las nubes donde se desmigan.
No me detengo en los límites del sol
y el mundo que se duerme es mi camino.
A la ciudad de luz y rascacielos llego
a contemplar los sótanos del cielo.
Estoy frente al desierto azul donde las islas
son testigos del afán y la pobreza.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Es un día de frío. Lo sé porque es el viento y el cariño del gato las cosas que lo anuncian. Renovado y discreto este primer día del oto...
-
Demos gracias al poeta porque hace poemas, al panadero por que inaugura panes, al albañil que ha levantado huecos de una casa, al pescado...
-
Esta noche es azul, y es algo triste.. Está un poco apolillada en los faroles. Y hay restos de gatunas ausencias, de ecos apresurados en...
-
Espera, no te vayas aun. Hoy ha sido alguno de esos días perfectos. Espera, se paciente. Mirémonos un rato a los ojos. Escucha, te digo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario