Aquel libro cargaba con la historia
de la tierra salvaje desgranada
sobre el viento en polvareda ardida;
donde una cruz, violenta hasta en el trazo,
entreveía el paso cansino del caballo.
Aquel libro era viejo ya en las hojas,
y en las historias que guardaba
como una lagartija que no muestra
la cola por miedo que la pierda.
Había un hombre moreno que era bueno
y había un hombre moreno que era malo.
Y una india, que desgraciada, sangra
como si se le fuese a la tierra la vida por las aguas.
Había un caballo oscuro que remontaba sombras
y un cuchillo, certero para alma.
La mujer eligió al cantor y el gaucho al monte.
Se le volaron al ternero los ojos en los cuervos.
José del Carmen Nieto lo nombraron,
apenas somos los que aun lo nombran.
lunes, 27 de abril de 2015
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