No han de ser los domingos,
porque es sábado
y es igual de aburrido y de temprano
que anocheció sin lluvia, sin luces.
Se ha quedado tan quieta mi ventana.
No han de ser los domingos
los que vienen tan estancos y feos
que no tienen horas.
Transcurren sin intención,
llevan el sol de un horizonte a otro
descuidado y monótono en su rumbo,
pero ya no solamente los domingos.
Se ha extendido
esta plaga, esta sed
hacia otros días.
Les ocupa la luz con su oficio
de andar en el descuido
de su pulcra apatía.
martes, 18 de septiembre de 2018
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