Venid hombres, levantando voces,
y contemplad la pena de los árboles.
Venid con agua y fuerza, levantaos
levantando los brazos decaídos de los árboles.
Recobren para el mundo la gracia vegetal
con una aspiración profunda de consuelo
que alcance a las sedientas raíces de la tierra.
Volved a la paciencia renacida de la sombra.
Ved como brillan más claras las estrellas
bajo el cristal oscuro de las hojas
y la noche construye sus bóvedas antiguas.
Ved como ahogan sus luces vuestros gritos.
Pero venid hombres, con las manos
hechas surcos azules bajo el cielo.
A vuestros hijos darán gracias las hormigas.
lunes, 12 de septiembre de 2016
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