La chica linda lee, distraída y molesta,
porque más allá de sus finas cejas lectoras
se sucede nuestro mundo a carcajadas
y su lenta belleza de la tarde se desprende
alejándose del sol para mirarnos.
Y sacude el cabello, aunque un mechón esconde
a nuestra risa, sus grandes ojos pardos distraídos.
Quizá si no hubiese alzado sus dedos
apartando el fastidio interrumpido, yo no hubiese notado
que salió de la luz mirándonos sin vernos.
Esta tarde la luz está dormida.
viernes, 9 de septiembre de 2016
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