¡Ay, Giacomo, tu muerte
se alzó ayer de tu tumba
y salió atravesando las paredes de marmol
pálida de tan débil
la sombra de tu angustia!
No ha valido tu muerte,
no contuvo el espíritu
animoso y cobarde de los hombres.
Tu tiempo se agotó en la corriente
y los árboles guardan tu voz en sus raíces.
Ayer los hombres gritaron en el aire
nuevamente un dolor que se arrastra
y tu muerte se alzó, expectante
como un gato en la noche.
¡Ay, Giacomo! Esta noche,
tu noche es mi noche
pues esta noche tuya nos pertenece a todos.
Mañana el hombre hará que el camino florezca,
o plantará a su vera las columnas del humo.
viernes, 8 de junio de 2018
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