Cortales las manos pero no dejes
que lleguen a la raíz donde se guarda
la otra primavera que no nos pertenece
y que espera llegar sin que la estorben
más que la voracidad de los tatuces.
Allí marca la línea de la avaricia,
justo donde la sed de los árboles
se adentra entre las pieles de la tierra.
No ha de llegar el hombre a donde llega
si detiene su paso ante la vida ajena.
Haz que el viento sea una noticia,
un eclipse un asombro de la vida,
un caracol la guardia de la noche,
tu hijo el rebelde que se incline
ante el paso sin fin de las hormigas.
domingo, 8 de octubre de 2017
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