Tuvo un hermano un día, que cantaba,
un anillo azul con ambición de rompecabezas
que cuando se movía tintineaba.
Pero se ha perdido y nadie lo recuerda.
Vagó entre la hierba, peregrino
hasta que comenzaba a aburrirlo el óxido y el polvo.
Y luego volvió a mi, como se vuelve
al nido después de haberse herido.
Ha sido en hogares extraños, el mendigo.
Y en la ciudad ha sido el pasajero
de mi mano que crece contra el viento.
Se desgastan sus círculos
y a fuerza de brillo
a ido perdiéndose a sí mismo.
Mi anillo no sabe de verdades, ni conoce misterios.
Ha sido hecho para ser olvidado,
para pasar de moda antes de tiempo.
No tendrá la gloria ni la guerra,
nunca será heredado ni grabarán recuerdos
en su interior apenas imperfecto.
Mi anillo me ha sido destinado
y andará conmigo, perdiéndose
hasta perderse entero.
lunes, 8 de septiembre de 2014
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