Este otoño planeaba ser fugaz y feliz
sobre las hojas.
No quería esta tristeza azul que nos recubre
y nos identifica entre la muchedumbre.
Me duele sonreír en la quijada
y en el gesto se crispa tu mirada.
Tal vez he sido el filo que perforó tu herida.
Tal vez ambos, culpables, nos herimos.
Ay, duele.. y hace frío.
Es tarde, duerme la gente
ajena a mi silencio.
¿Ha sido justo?,
¿o solo fue un error que acariciamos?,
como algunos acarician arañas..
Tal vez lo único cierto es que equivocamos.
Y ahora tengo que volver a callar
para reivindicarme.
miércoles, 28 de mayo de 2014
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