Era verano. No existía todavía esta gris desconfianza
que hoy se extiende y separa
tus huellas de mis pasos.
Y en verdad lo lamento.
No esperaba que odiarte me llenaría el silencio.
Y el otoño nos congeló la risa en una mueca
y nos dejo la queja y la tristeza.
El invierno afuera nos espera.
Y hay silencio en los arboles
y la calle murmura.
Fuimos vanos y tristes.
Perdimos el encanto
y en la caja olvidada sonríe,
desmayado el muñeco
al cual raspamos los colores.
Confundimos los días y cortamos las hojas.
Somos mal perdedores.
El rencor nos carcome.
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