sábado, 19 de enero de 2019

Somos muchos los que todavía tenemos un gato detenido en la memoria.
A veces lo escuchamos
que maúlla en los pasillos secos del oficio, 
que vuelve con su ánimo encendido buscándose el amor de los malvones
y el olor del rosal le agita el pelo.
(No sabe quien lo toca, si es la tarde o es la noche.)

Vendrá el poeta inevitable y terco resolviendo misterios de penumbra,
con frases alumbradas de hermosura,
y el gato, solo el gato, inconfundible
entre todas las manchas de la noche
culminará la sombra de una columna
temblando de penumbra, casi ebrio
de estar sin exigir mas que el silencio.

Allí, sobre su tez, fracasa el verso. 


domingo, 9 de diciembre de 2018

Fessehaye Yohannes

Un hombre ha muerto en Eritrea,
dentro de una cárcel
con una lámpara suspendida durante 24 horas
y una cadena enredada en uno y otro tobillo
ha muerto en una celda diminuta,
y fuera de la celda se extendió el desierto
y más allá los mares inacabados
y más allá el silencio de los pueblos
que miraron hacia otro lado.
Y los que no miraban,
los que no supieron
cuando murió la cárcel dentro de si misma
se quedó sin carozo,
se dobló por adentro
quedo solo el desierto, solo la luz
estaban sin ser necesarios
alrededor del muerto
un nudo extenso.
Pero no se esfumaba,
quedó el muerto que no quería desaparecer todavía,
quedó su nombre que lo murmuraron
en países lejanos y en otros idiomas
se habló apenas de su última muerte,
Nadie fue a buscarlo
preguntando su nombre extraño entre las piedras
quedó solo la muerte
suspendida en el aire como una cuerda floja
quedó rota de agobio.


martes, 27 de noviembre de 2018

Entonces el hombre disparó contra el hombre
y le robó la ropa, los ladrillos, se llevó
sus ovejas, asesinó sus cabras,
caminó entre sus surcos alimentando el fuego
con la paz y el dolor de los sembrados.
Quedó solo el humo, los gritos
como pájaros con las alas mojadas
temblando entre los árboles.

Así empezó la muerte. El hombre
cayó con un hueco en la nuca
y adentro se veía todo el dolor del tiempo,
y el hombre se fue con su fusil por los caminos
cantando con la muerte sentada en la bandera,
cantando con el aire chamuscado,
cantando alegremente sobre la pena ajena
que llevaba pegada en los zapatos.

Vinieron a preguntar, venían
desde lejanos salones con luces incandescentes
los periodistas, los historiadores del presente
hablaban de la muerte sucedida
a los muertos todavía tendidos en la tierra,
a los pájaros húmedos en las ramas.
Así la muerte trataba de explicarse
y los pájaros en las ramas la miraban.


domingo, 28 de octubre de 2018

Yo no escribo de Dios, ni de los sueños,
ajenos sueños que reclaman sueños,
porque busco en mi habla una certeza
que dé mi calma a estas preguntas nuestras.

No conmueven a mi animo los niños
que transitan los dolores y bellezas
donde yo antes transitara.
No levanta mi mano la belleza
donde existe la mujer deseada
por aquellos que al lado mío dormitan
su propio sol y propia pena.
No titubea mi vista al hombre augusto,
que me separa de él con sus estrellas;
y en otra forma mi nombre se sucede.

Más que egoísta siempre es mi pregunta.
Es más que la luz bebida por el agua
donde después ha de beber la tierra.
Por eso siempre digo caracoles
y lloro sobre las tortugas muertas.
Aquello que buscaba se escondía
bajo el caparazón de su miseria.
Por eso siempre busco una respuesta
que, necesaria, ha de surgir entre las piedras.


"(...) En la hora calma
mi pensamiento olvida el pensamiento,
mi alma no tiene alma."

A lo lejos en la noche lunar. (Fernando Pessoa)

A veces olvido
que voy caminando por la calle, 
que la gente me mira. Mi vecina, 
la viejita que mira tras el agua de sus anteojos puros
y sospecha que digo luces insensatas. 
Y hablo solo, solamente, 
solitario, soltero 
de toda cacería 
voy por la calle hablando 
conmigo mismo. 

Puede el silencio hacerse verde y alto,
tomar forma de árbol, elevarse
y dar paz y refugio a los gorriones.
Y luego ha de caer, porque las cosas
pueden morir, caerse lentamente
para ser el pueblo sin fin de las hormigas,
para permanecer en el murmullo de los líquenes,
o sorprenderse sin elevar su queja
de que el hombre lo convierta en guitarra
que desprende la voz de las estrellas.
De la muerte del árbol, de su ocaso
puede tomarse apenas una parte
que acaricie el nacer interminable .
Se prepara en la tierra el árbol nuevo.


miércoles, 17 de octubre de 2018

Murieron todos los tigres
esa tarde,
no quedaba ninguno.
Estaban muertos,
cada uno,
de ellos, sus cachorros
había sido silenciados,
sus madrigueras,
los helechos llegaron
húmedamente fríos
como un río venenoso
descendieron
a las penumbras de la tierra vieja.
Y las garras colgaban
como collares,
los huesos eran piedras nuevas,
los dientes estaban fríos y secos,
la piel se extendió como un desierto
en los salones pálidos.

No los nombraron más,
quedaron en silencio
como dioses sin ritos, las palabras
no podían encontrarlos
y se apagaron,
chisporroteaban
rotas desde adentro
"tigresa", "cachorrito",
"tigre" como una raya húmeda en el suelo.

Es un día de frío.  Lo sé porque es el viento  y el cariño del gato  las cosas que lo anuncian. Renovado y discreto este primer día  del oto...