domingo, 9 de diciembre de 2018

Fessehaye Yohannes

Un hombre ha muerto en Eritrea,
dentro de una cárcel
con una lámpara suspendida durante 24 horas
y una cadena enredada en uno y otro tobillo
ha muerto en una celda diminuta,
y fuera de la celda se extendió el desierto
y más allá los mares inacabados
y más allá el silencio de los pueblos
que miraron hacia otro lado.
Y los que no miraban,
los que no supieron
cuando murió la cárcel dentro de si misma
se quedó sin carozo,
se dobló por adentro
quedo solo el desierto, solo la luz
estaban sin ser necesarios
alrededor del muerto
un nudo extenso.
Pero no se esfumaba,
quedó el muerto que no quería desaparecer todavía,
quedó su nombre que lo murmuraron
en países lejanos y en otros idiomas
se habló apenas de su última muerte,
Nadie fue a buscarlo
preguntando su nombre extraño entre las piedras
quedó solo la muerte
suspendida en el aire como una cuerda floja
quedó rota de agobio.


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