martes, 27 de noviembre de 2018

Entonces el hombre disparó contra el hombre
y le robó la ropa, los ladrillos, se llevó
sus ovejas, asesinó sus cabras,
caminó entre sus surcos alimentando el fuego
con la paz y el dolor de los sembrados.
Quedó solo el humo, los gritos
como pájaros con las alas mojadas
temblando entre los árboles.

Así empezó la muerte. El hombre
cayó con un hueco en la nuca
y adentro se veía todo el dolor del tiempo,
y el hombre se fue con su fusil por los caminos
cantando con la muerte sentada en la bandera,
cantando con el aire chamuscado,
cantando alegremente sobre la pena ajena
que llevaba pegada en los zapatos.

Vinieron a preguntar, venían
desde lejanos salones con luces incandescentes
los periodistas, los historiadores del presente
hablaban de la muerte sucedida
a los muertos todavía tendidos en la tierra,
a los pájaros húmedos en las ramas.
Así la muerte trataba de explicarse
y los pájaros en las ramas la miraban.


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