Yo no escribo de Dios, ni de los sueños,
ajenos sueños que reclaman sueños,
porque busco en mi habla una certeza
que dé mi calma a estas preguntas nuestras.
No conmueven a mi animo los niños
que transitan los dolores y bellezas
donde yo antes transitara.
No levanta mi mano la belleza
donde existe la mujer deseada
por aquellos que al lado mío dormitan
su propio sol y propia pena.
No titubea mi vista al hombre augusto,
que me separa de él con sus estrellas;
y en otra forma mi nombre se sucede.
Más que egoísta siempre es mi pregunta.
Es más que la luz bebida por el agua
donde después ha de beber la tierra.
Por eso siempre digo caracoles
y lloro sobre las tortugas muertas.
Aquello que buscaba se escondía
bajo el caparazón de su miseria.
Por eso siempre busco una respuesta
que, necesaria, ha de surgir entre las piedras.
domingo, 28 de octubre de 2018
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