Fueron las mariposas, cuando nadie miraba,
que esparcieron la plaga y se reían
con sus ancestrales risas conspiradas
para estos momentos de desgracias.
Ellas, que habían venido de la Luna
y eran nuestras cotidianas maravillas
de pronto se revelaron viles y asesinas.
Un largo tiempo suspendido en las nubes
se desplomó como una garza muerta.
Lo habían tejido con baba de caracoles
y con luces de rocío. Con la tonta inocencia
de lo que nos asombra y que apenas entendemos
las mariposas lentas hicieron una red
y al vernos dormidos la echaron por encima.
Dormidos estábamos, extendidos y fríos
bajo los aleteos triunfales de aquellas mariposas.
martes, 4 de octubre de 2016
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