Digámoslo así: ya no me importa.
Estoy tan lejos del remordimiento y la melancolía
que todo lo pasado es barro gris
mezclado sin misterios ni cuestiones.
Tal vez aún me queda alguna miga,
debajo de la mesa o en aquellas cajas de la esquina.
Pero lo perderé tempranamente
porque, como ya dije, no me importa:
el barro se lava fácilmente de la piel.
No me mires, ignorame, es mejor.
Olvido prontamente y nunca odio
así que cuando parto estoy solo.
miércoles, 22 de octubre de 2014
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