cuando recuerdo cada gesto ajeno.
Ya comienza a cansarme este necesitarte.
Esto de esperar y no encontrarte
y no poder saber si llegue tarde
o si nunca hubo cita..
Empiezo a hartarme de tener que mirar
y no acercarme.
Ya es un poco injusta esta condena
de inútil esperar y de esta pena,
que persista y refuerza su tristeza
contra todos los chistes que me cuentan.
Hoy no tengo el animo de risa,
ni la paciente espera del que sueña
con el pronto milagro de la caricia.
Ya se agota mi fuente de ironías,
se me alargan inesperadamente las penumbras.
Hay un grito enroscado en cada abismo
y un abismo pegado a los zapatos.
Estoy atado como Sísifo a la roca.