Al otro lado de esta ciudad salvaje,
seguro guardia de un almacén cualquiera,
un gato espera de frente a la avenida
a las amas de casa, eternamente rubias,
que lo ignoran y compran el arroz de mañana.
A veces algún niño intenta levantarlo,
ayer un hombre le acaricio la oreja.
Le es igual, le son indiferentes
desde la admiración hasta el rechazo.
¿Por qué razón persiste en esa guardia?
¿Qué es lo que espera?
A veces las señoras descienden de sus autos comunes
y compran sinnúmero de bolsas de colores.
El gato no las mira, ellas no tienen nada.
Observa, metafísico, la tarde.
martes, 26 de noviembre de 2013
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