Hay breves instantes de milagros,
de miradas a Dios.
Hay momentos de ángeles dormidos,
de místico silencio.
Si pudiese acercarme,
si pudiese.
Recorrer la colina de su suave mejilla,
descubrir el misterio de sus labios dormidos.
Condeno la alegría al silencio,
apago la encendida fantasía
y miro a Dios dormir, este milagro.
Si pudiese mirarte, solo verte
cuantas horas quisiese
tus pestañas y tus manos dormidas,
tu cabello dorado,
sería tan feliz. Tan satisfecho.
No quiero verte triste, que no quiero,
ese brillo de lagrimas, ese temblor.
No quiero que te duela.
Y, si pudiera..
Daría vuelta la tierra solo para que duermas.
martes, 1 de octubre de 2013
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