Es el invierno afuera.
Esta casa se quema.
Las arañas ya tejen sus mil enredaderas.
La casa se disuelve, se desbanda,
Los muebles trastabillan hacia las ventanas.
Desde adentro el invierno desenvuelve,
polvorientos tejidos con escarcha.
El invierno ya nos golpea en la puerta
y, aunque nos duela, lo dejamos entrar
hasta los dormitorios.
Es el último invierno que tenemos.
Ya no vendrán presurosos los gorriones,
a refundar la vida en el alero.
Ya se acaba el tiempo de los caracoles.
No los veremos despertar al verano.
Están secas las ramas,
y el invierno, en la puerta, nos apura.
lunes, 26 de agosto de 2013
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