Vinieron, tan oscuras y pequeñas,
a conquistar mi misera reserva de azúcar
donde la hube escondido la encontraron
pálida y pura como una mina rica
la alzaron en sus lomos esforzados
y allá iban, hormigas descaradas
ladronas de mi última ración llevaban
lo que pusiera a salvo tan confiado.
Entonces las ahuyenté, apenas con la mano
sacudí el aire sobre sus figuras,
me alcé en el cielo cubierto de penumbra,
murmuré agreste sobre su premura;
y calladas comieron cada una
el último grano subrepticio
que entre los dientes me escondían.
domingo, 22 de julio de 2018
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