Yo no te he amado solamente en las noches;
añadí a tu cortejo de alabanzas mis días
que rescato del humo y el cemento de la ciudad
con el murmullo letánico de tu nombre
en las esquinas donde me aturde el brillo del metal,
en los apagados senderos que los árboles malcuidan,
entre la voz y la mano de los hombres
que viven a la vera de mi vigilia.
Tomé de mis noches el momento antes de dormirme
cuando espero que en mi puerta una voz llame,
y el suspiro del cuerpo cuando llega ya sin sol.
También la luz de mis amaneceres escasos
te he dedicado hablándole al espejo
la inspiración del sueño enamorado.
Desde mis días hice surgir paciencias y círculos
que repiten tu voz para mis tiempos.
Soy el guardián de tu melancolía
que ya no sientes cuando estas despierto.
Sirven mis días para rescatarte
de entre las obras que no serán eternas.
domingo, 17 de diciembre de 2017
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