lunes, 30 de marzo de 2015

Agapito ladraba con los perros.
¿Queré pan, Agapito?
Agapito tenía el hambre más antigua del mundo.
Dame pan, niña buena.
Agapito bebía el vino duro de las noches baldías
y comía los huesos que desprecian los perros.
Cojiflacos, caníbales, tambaleantes,
Agapito tenía una hilera de perros
nacidos a la sombra de un puente.

¿Queré pan, Agapito?
¡Gracia, gracia nenita!
Dio bendiga tu sueño.
¿Queré pan, Agapito?
Dame pan y dos pesos.
Compraré el vino tibio,
vino fuerte de pueblo.
Esta noche hará fresco,
dormiré en la cuneta.
Dormiré con mis perros.

Dame pan, que es tarde.
Ya me aburre el silencio.
Esta voz seca y tosca
cantará una canción
y que nadie me entienda.
¡Adió, gringa linda!
Dame pan y dos pesos.
Es barata la vida y terrible.
No me importa.
Dame pan, no me entero.

Agapito sonríe. Bebe y sueña y se duerme.
Agapito se muere, en el borde del camino.

Agapito era pobre y era bruto y honesto.
Lo he escuchado gritar piropos
a las chicas silvestres.
Y cantar con el vino para nadie.
Caminar bajo el sol
arrastrando la pierna que le pedía quedarse.

Sonríe, con la noche y el verano.
Camina para siempre hacia ninguna parte.
Busca pan y dos pesos.

Anda Agapito Peralta -Danilo Sosa

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