Hoy llueve y es noche cerrada.
Y estoy lejos de Ítaca,
perdida o ignorada.
Es noche muy antigua,
como las luces de Santiago,
pero cercana al cielo que tenemos.
Corre sobre el cemento el agua,
mañana sera nuevo el aire
y en la tarde el sol sera rojizo cuando caiga.
Tal vez llueva hasta resignarnos
y apaguemos las luces
y durmamos, ausentes de penumbras,
mientras afuera el agua
construye efímeros océanos de cristal.
Y limpie la ciudad de su tristeza absurda.
Mañana será verde el día mejor
y habrá voces alegres.
Mañana seremos como Adán
y ellas serán Eva,
cuando llovió aquella vez primera
y el barro registró su asombro de museo.
domingo, 30 de marzo de 2014
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