domingo, 12 de abril de 2015

En realidad, no importa que no vengas.
Triste sería que no coincida tu gesto con mi idea
y tenga que borrar los garabatos.
En esta inseguridad donde tu perfección florece,
no vale tu llegada si está errada
y son tus manos bellas, pero muertas.
Por que estarían rotos los juguetes
y solo se reirían los relojes.


Al fin la lluvia a regresado a casa.
Se fue, quizá, hasta las costas doradas
del Brasil donde el mar transforma ninfas
desde la soledad y la belleza tontas.
Viajó hasta los surcos de la tierra
donde las boas se despliegan
tan voluptuosas como las mulatas,
tan hechas de la fuerza de los árboles;
y dadas para el río que solo las arrastra
hacia ese mar que no conocen
y al que, de todos modos, nunca llegan.

Pero esta noche la lluvia ha vuelto 
y trae consigo la tristeza necesaria
para el Otoño y las torres que inaugura.
¿A donde habrá volado la gota?
Esta que ha vuelto a casa
para dejarnos bellos, brillantes y sinceros.

¿Qué clase de ternura es esta que nos trae?
La que cubre los techos y la ciudad nocturna
con una infinidad que nos redime 
de los caballos muertos, de los perros enfermos.

Esta noche la lluvia nos redime
de la maldad estúpida y certera
que nunca erró los golpes de la pena.
Volvemos a ser tristes y cemento.
Azul y garabatos, de barros pero honestos.

Por esta nueva noche de ternura,
perdónennos los hombres tan crueles los abrazos.


"I want to know, have you ever seen the rain?
I want to know, have you ever seen the rain
comin´down on a sunny day?"

Have you ever seen the rain?
Creedence Clearwater Revival

Un día voy a preguntarte lo que nunca me dije
porque nunca tuvimos los días necesarios.
De verdad me gustaría saber
a donde vas cuando me quedo solo
y murmuro a mis colecciones de rincones.
¿Existe un camino que no separe tanto
mi terquedad de tu ignorancia estúpida y hermosa?

De verdad me gustaría saber a donde vas tan lejos 
que nunca nos hemos encontrado en las esquinas
y siempre voy yo solo y vas acompañando sombras
donde no queda espacio para mi penumbra.

Siempre dicen los grillos que estas al otro lado
de mi ciudad confusa 
pero nunca me dicen donde vas cuando llueve
y en todas las veredas la lluvia me festeja
aunque no se lo pida y me moja y me deja.

De verdad estas lejos, pero quiero saber
donde vas cuando llueve,
cuando al sol no le importa,
cuando todas las nubes podrían ser hermosas
si supiera encontrarte en la ciudad.


lunes, 6 de abril de 2015

El buen judío tan buenamente muerto
quizá nunca me imaginó sentado
en este universo donde el y yo somos
este pársec que nos separa.
Pero llevo su barba y aserrín
como mejor se puede cargar tanta memoria.
O sea, no lo sé y nunca lo completo.
El nombre de las cosas es apenas poco más
que el olvido de casi todos sus secretos.

Pero voy, como si ayer no fuese
esa estatua rizada y florecida
que es la mas callada de todas.

El justo buen judío que no se sabe nada
mas que tallar los muebles
mientras un dios relame la taza que le ofrecen.
El justo buen judío que tuvo manos santas
y no se imaginaba los retablos salvados
por esas mismas manos afloradas
que fueron elegidas para la luz y el rito
aunque no las supiera, aunque se lo callara.

Quizá dijo palabras que olvidaron
los que nunca lo vieron detrás de la promesa.
Esta perdido y nada lo recuerda
mas que esta palabra terca.


Esta noche es la primera de muchas.
El Otoño nos alcanzó las horas otra vez,
cuando ningún reloj se lo esperaba
y todos dormían sin saber de la lluvia.

No estaba escrito en ningún almanaque
que esta noche cualquiera nos llegaría el Otoño
para romper la rabia con la monotonía
de esta agua temprana.

Nadie nos dijo nada,
y por eso hoy, cuando llueve,
el Otoño es el único que pasea por las calles.


¿Me das tu corazón?
Yo tengo llaves
que guardan los rincones que proscribo.
Y tengo viejas cajas donde mueren
los momentos estúpidos y alegres.
¿Me das tu mano sola y alborada?
Tengo los dedos fríos en verano
y esta tristeza hoy me conquistó los huesos.
Vamos a la penumbra,
hay un rincón
donde no llegan ellos, los molestos.
En este laberinto de pasillos
bajo la enredadera nunca llegan.
Son vanos, pobrecitos, aburridos.
Ellos no alcanzan a medir estas distancias
que solo yo percibo y me atragantan.


sábado, 4 de abril de 2015

Mi vanidad que crece con la lluvia
y estas tristes historias de mundos destruidos
por niños héroes de ojos platinados.
Este sábado gris de la derrota
se vuelve dorado en el aire tangible
y en un lugar de la memoria
el niño de las nubes se ha vuelto alado.

Mi vanidad de ratón enjaulado
que ama los barrotes por que llora
contra ellos hasta perder la cola
en el gato cruel de la caída noche.

Son hermosos estos días de muerte y de calvario,
con las nubes doradas desteñidas
gracias a toda la lluvia que ya llevamos encima.

Santo ha de ser este día inmutable.
No ha dejado espacio a lo mundano
y afuera de mi caja las nubes son doradas,
son rojas en un lugar que todos ignoramos
pues nadie en la ciudad está mirando el cielo.
Si supieran los seres de este cemento muerto
que afuera de su mundo una esperanza ha muerto.
Si supieran que Dios puede llorar el día,
después de tanta furia.

Pero tal vez no saben que hoy, por estas horas,
cuando nadie entiende la soledad del aire,
estamos todos muertos y somos un milagro
solo por un momento.


Es un día de frío.  Lo sé porque es el viento  y el cariño del gato  las cosas que lo anuncian. Renovado y discreto este primer día  del oto...