jueves, 14 de mayo de 2020

No lo encuentro.
No se que habrá pasado,
que duende se metió dentro de mi ropero
y me robó el abrigo que yo más quería,
aquel que conocía como si fuese piel.

Y justo ahora que ha venido el otoño,
que el mundo se enrolló como un gusano,
que ahora uno se encuentra condenado
a estar con uno mismo
abrí el rincón oscuro del otoño
y no encontré el tesoro verde que había creído a salvo.

Lo habré dejado ir
como se dejan
las cosas en el borde del olvido,
se desmigó el rumor de su antigua miseria,
se quebró como un helecho seco,
quizá ya nunca vuelva.

¿Ahora cómo viajaré a lugares
y tiempos remotos?
Sin el abrigo verde,
¿cómo iré por la tierra?
¿Cómo hablaré con gentes que hace tiempo están muertas?
¿Cómo serán las noches?


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