No he de cubrirte hoy más de metáforas
porque no he estado viéndote alguna larga hora,
y es una espina pálida en la palma
que no he de retirar hasta que encuentre
otra vez tu rostro y corazón de lluvia.
Solo que estés a diestra de mi arrobo
me ha de sanear mi cuadro de costumbre,
y cuando gire yo como un planeta
sobre este vértice de tus encantos
no habrá dolor en mi encomiada tarde.
Ya no habrá espera, todo será eterno
en la promesa de lo que ha llegado.
Y luego te iras por tus caminos
que se enredan sin mi ambición en ellos.
Yo quedaré mordiendo un pan sin sangre
que me distraiga el hambre.
martes, 25 de julio de 2017
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