Así es la tristeza. Una pena en las manos.
Duele cuando se eleva por los brazos, las venas,
y nos ocupa el alma, el aire en los pulmones.
Pero no sigue andando.
Se queda y se adormece, amaca en las costillas
su peso refugiado de cangrejo perdido.
No queda para siempre, ni condena a la muerte.
Es buena y es sincera, y eso no se acostumbra.
Está hecha en la sombra tan lenta de los árboles.
Fueron los caracoles los primeros en verla.
Pertenece a otro mundo, de contemplaciones.
Tal vez sea solo el día. Nos apaga la sangre.
Nos deja solitarios, caminando en la calle.
La pena no transcurre. Se queda o se olvida.
De pronto, al dormirnos, hace rato se ha ido.
Y no sabemos cómo y no sabemos cuando.
viernes, 29 de abril de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Es un día de frío. Lo sé porque es el viento y el cariño del gato las cosas que lo anuncian. Renovado y discreto este primer día del oto...
-
“La vida, como un un péndulo, oscila constantemente entre el dolor y el hastío.” Arthur Schopenhauer "Sísifo de la luz, lo vi asce...
-
Es hermosa la lluvia. Si tenemos el techo que le de disciplina. Y es hermoso el sonido del metal y del agua, y la noche que brilla despu...
-
Yo he tenido el amor entre los brazos, pero no era el amor; y he roído sus mieles una a una, pero las encontré vacías. Y una noche, que ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario