Nos gustaba el invierno.
Los gatos se arrimaban,
quemándose el bigote contra el fuego;
la radio murmuraba sus viejos festivales
y el té dormía en sueños de efímeras volutas.
Julio nos recordaba que eramos felices,
cuando el mundo era un paisaje lejano
donde la guerra nunca terminaba
pero entonces sabíamos que la alegría volvía
después de cada tarde interminable.
Cuantos años felices que tuvimos
en esa casa inmensa que olvidamos
para poder buscarnos nuestros propios recuerdos.
Entonces descubrimos la ciudad y el invierno,
sin el perro que robe el azúcar y el sueño,
sin el gato que busque nuestra estufa y silencio.
Ahora solo decimos nuestros años felices.
Ahora solo vagamos hasta llegar a vernos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Es un día de frío. Lo sé porque es el viento y el cariño del gato las cosas que lo anuncian. Renovado y discreto este primer día del oto...
-
Yo soy en el amor como las nubes, pues pertenezco al amplio horizonte, y desde allí observo tus caminos. Puedo permanecer en mis alturas...
-
Llena, pues, de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche de alma para siempre oscura. Federico García Lorca ¿Por que...
-
Resido en el espacio altivo y distraído que priva a la tristeza. Abitamos un limbo de amaneceres bellos, pero vanos y tristes, como flor...
No hay comentarios:
Publicar un comentario