De Tiresias me queda la ceguera,
pero no encuentro el sol entre la niebla.
Como Ulises, contemplo el mar bravío
y la esperanza azul de las gaviotas,
aunque ignoro el horizonte exacto hacia donde otear Ítaca.
Tengo de Sísifo la roca entre mis manos
y de Quirón, tal vez, la muerte inutil.
De Sansón, aquella fuerza última;
y de Hercules, la prueba y la tristeza.
martes, 29 de abril de 2014
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