domingo, 21 de abril de 2013
No mueras tan lejos del mar, marinero.
Vuelve a las olas que te hicieron de agua,
de viento y sal, de sangre
tostada por mil amaneceres.
No mueras en la tierra, bajo un techo.
¿Que clase de muerte es esa para un marinero?
Desde toda eternidad pasada
el capitán de un barco que se hunde
muere bajo las velas de su buque.
Tienes algas en sangre,
ojos de sal.
Si mueres sobre tierra
como podrías descansar?
Marinero, no mueras a la orilla del mar.
Muere sobre las olas,
son tu hogar.
Muere sobre los peces que desfilan,
ignorantes y helados,
tu destino de errante.
Que envuelvan tu cadáver en un lienzo
y lo arrojen al agua en la mañana.
Que los dioses del agua te reciban
junto con el sol de un nuevo día.
La tierra ya no tiene razón con la que atarte, marinero.
Hace ya muchos soles que abandonaste la tierra de tus padres.
Si muriesen los viejos tiburones
de los mares del sur
morirían en el agua,
marineros.
Si mueres en la orilla, marinero,
¿de que te habrá servido vivir sobre las aguas?
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