miércoles, 3 de julio de 2019

Los malos petas escriben con letras palabras gigantes
y ponen que el aire siempre es primavera
cuando están alegres, e invierno es tristeza.

Los malos poetas se hablan entre ellos
diciéndose halagos, dulzuras, arañas;
y mucho se ofenden cuando no les responden
en su terco idioma de elucubraciones.
Son los sacerdotes
de un duende mistérico que juega a obligarlos
a escribirse para ellos repitiendo luces que encuentran al cielo.

Los malos poetas no son mala gente
pero cuando escriben, parece
que les falta algo. Un trozo en la frente.

Los malos poetas aman los adjetivos;
los toman, los pulen, los cuelgan en largas cadenas de flores
y pasean por las calles mostrándose brillos.

Los malos poetas mueren por la noche,
inventan de nuevo la vieja costumbre de encontrarse rimas,
rellenan el tiempo con telas de azúcar,
escriben su nombre al pie de la gloria.


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