lunes, 18 de marzo de 2019

S. Bolivar-M. Sáenz.

Que flor, que aroma, que combate
te llevará consigo sobre el viento
a defenderlos, a conquistar un tiempo
sin ánimo de conservarte entero.
Tu arrojo de metal incandescente,
tu espíritu bravío de palabras perennes,
tu espada previsora y combatida,
tu rostro carcomido de papeles,
te puso capitán con el sombrero
y te dejó su polvo en los pulmones.
Ay, general!, de estrellas insomnes,
de combates inútiles, de amores apurados,
de cajones y libros olvidados
en los anchos bordes de este camino seco.

Quiso quererte nomás, es evidente.
Quiso quererte nomás y verte cerca
después de que partieras al galope
dejando descender la polvareda.
Quiso quererte cuando ella se iba
y quedabas planeando atardeceres,
o cuando ella llegaba, a escondidas,
furtivo amor esquivo día.

Quizá no fue tu amor el del poeta.
Él puso en ti palabras antojadas
de aquellas horas ajenas y secretas
que no han querido verse develadas.
Cuando quedó, de ustedes, el silencio,
cuando el jazmín halló solo su sombra
y ya no más murmullos floreciendo,
vino el poeta y dijo cosas sueltas
que eran como consuelos en la lluvia.
Porque tanto silencio era afligido,
porque después del tiempo perduraba
un nuevo día hijo y vacío
como una tierra nueva que empezaba.

Y hubo que ponerle las palabras
erguidas frente al sol, como obligadas.
Se sintió necesario. En los retratos
los muertos sonreían y callaban.


Es un día de frío.  Lo sé porque es el viento  y el cariño del gato  las cosas que lo anuncian. Renovado y discreto este primer día  del oto...