No vayas donde nadie podrá seguirte nunca.
No vayas a la sombra del jardín y el recuerdo,
distante como un sueño al que no pertenecemos.
No vayas a la sombra del rosal y la luna,
que son verdes los días que aún están por venir.
Tus huesos se desmigan, tus dientes se carcomen,
la sangre se reseca y quiebra en polvo azul.
Estamos infinitamente tristes esta mañana gris.
Es profunda la tumba de la muerte y tu garra,
no crecerán los arboles en donde duermas tú.
No nos dirás de nuevo que ha llegado la tarde
cuando el próximo día no tengamos tu voz.
jueves, 5 de febrero de 2015
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