sábado, 2 de octubre de 2021

Y recorrí la tierra llevando nombres y señales 
que a nada respondían, esperé en las esquinas 
por los que entonces eran los habitantes de la tierra 
pero no han venido. Los muertos 
hace rato que ya dormían todos bajo las piedras. 

El viento no conocía los nombres, 
los árboles cambiados, las gentes eran nuevas 
y olvidados, los muertos bajo piedra. 

Una ciudad antaño de oro y plumas 
que no tenía mis nombres grabados en sus rocas. 
Una orilla de mar que no tenía memoria. 
Y un viento helado vagaba entre las cosas. 


Cuando hace un tiempo conseguí la suerte 
y me dejé rodar por un camino 
hallé las uvas, el polvo, los ladrillos 
en unos pueblitos cubiertos de distancia. 
Había pasado el tiempo.
No encontré los nombres y las cosas que una vez estuvieron. 


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